jueves, 15 de septiembre de 2011

3° Piso. 
Dpto. I
Se abre la puerta del ascensor, hay un pequeño hall, y solo dos puertas; una, la I, esta abierta y de ella salen luces y mucho ruido, mucha música.Pero ellas no nesecitaban eso, ya sabian que tenian que entrar ahí, conocian esa puerta, esas fiestas de memoria, y seguian amando esas fiestas de la misma forma. Entraron, el espacio era amplio, pocos muebles, pero todos con mucho estilo, blanco, negro y gris, bajo muchas luces, y entre mucha gente. Ellas caminaron, seguras, comodas, ese era su lugar, se notaba, pero no por eso dejaban de resaltar, las tres, altas, con una belleza increible, tres princesas contemporaneas, que conocian de memoria el movimiento de la noche. Una de las tres le hizo una seña a las otras dos y se encamino a las dos puertas abiertas de par en par que dejaban ver un extenso balcon bajo el cielo Porteño. Salio, sintio el verano y lo vió, contra el borde, con su expresión relajada y una botella en mano, con esa semisonrisa escondida, perfecta, rozaron sus labios, y eso se convirtio en uno de sos besos, esos besos rapidos y eternos, perfectos.

-Feliz Día - dijo él.

-Siempre vas a ser mi amigo- dijo ella- aunque los derechos cambien.-

Y los dos se rieron, con esa risa suya tan espontanea, tan de los dos. Bajo ese cielo estrellado, rodeados de fiesta, de noche, de amistad. En ese instante todo estaba bien, perfecto, eran jovenes y en ese momento eran felices con sus vidas perfectas.

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